Francia se encuentra ante un desafío sin precedentes: una invasión de orugas está amenazando a casi 1.000 municipios, aproximadamente una de cada cuatro ciudades del país, según informes del ‘Financial Times’. Esta situación ha llevado a las autoridades a movilizarse para hacer frente a lo que se denomina “una incursión de orugas”.
Este año, las orugas han emergido casi tres meses antes de lo habitual, resultado de un invierno más cálido en muchas regiones de Francia. Estas criaturas, conocidas como “orugas procesionarias” debido a su hábito de desplazarse en largas filas, prefieren habitar en pinos y tienen la capacidad de consumir hectáreas enteras de bosques si no son controladas adecuadamente.
Además de su voracidad, los finos y quebradizos pelos de estas orugas son altamente irritantes para la piel humana, y algunas subespecies incluso liberan veneno, lo que agrava aún más el riesgo para la salud pública.
Aunque estas orugas son nativas del Mediterráneo, su presencia se ha expandido por diversas regiones francesas desde la década de 1970. En los últimos años, su proliferación se ha visto acelerada debido al cambio climático, lo que ha generado una preocupación creciente en todo el país.