Cada año, el 10 de mayo, el panteón comunal de Ocotepec se convierte en un mar de flores y de nostalgia. Las familias acuden a rendir homenaje a las madres que ya no están en este mundo, pero que viven por siempre en sus corazones.
Doña Irene López Aguilar, con sus ojos húmedos y manos temblorosas pero llenas de amor, lleva rosas rojas al lecho de piedra, un pequeño santuario que resguarda décadas de recuerdos y consejos maternos donde reposa la mujer que le dio la vida, la Señora Juana Aguilar del Monte, quien partió de este mundo hace 33 años.
Las notas de “Las mañanitas” resuenan en el panteón, llenando el aire de una mezcla de alegría y tristeza. Doña Irene cierra los ojos y canta en voz baja, recordando los momentos felices que compartió con su madre.
La necesito mucho, me hace falta, murió mi esposo también está ahí sepultado y sí me hacía falta mi madre, estuviera conmigo fuera otra cosa, ella me daba muchos ánimos, me decía mira hija olvídate de todo, mira hija la vida sigue, aquí estoy yo, cualquier cosa búscame y ahora, dónde voy a ver a mi madre, solamente aquí…
Irene López Aguilar / Visitante Panteón Ocotepec
Doña Irene no está sola en su dolor. Decenas de familias comparten su sentimiento en este día tan especial. Cada una de ellas tiene una historia que contar, un recuerdo que atesorar, un amor que perdura a pesar de la muerte.
En el panteón comunal de Ocotepec, el 10 de mayo no es solo un día para celebrar a las madres, sino también para recordarlas con cariño, para agradecerles su amor y para mantener vivo su recuerdo en nuestros corazones.