Nuria Diosdado, una de las máximas exponentes de la natación artística en México, puso fin a una extraordinaria carrera de 29 años de manera digna y memorable. Lejos de ser olvidada o forzada a retirarse, la jalisciense se despidió en el más alto nivel competitivo, en los Juegos Olímpicos de París 2024, marcando un momento histórico como parte del primer equipo mexicano de nado sincronizado que compitió en una alberca olímpica tras 28 años de ausencia.
Una carrera llena de logros
Diosdado deja un legado que pocos podrán igualar: 18 medallas de oro en los Juegos Centroamericanos, dos títulos panamericanos y tres preseas doradas en las Copas del Mundo, dos de ellas obtenidas en Francia (en pruebas acrobática y técnica) y una más en Egipto junto a su compañera Joana Jiménez en la modalidad de dueto. Su historia es la de una “sirena” mexicana que brilló con dedicación y esfuerzo, ganándose un lugar entre las leyendas del deporte mexicano.
Retiro con madurez y orgullo
A diferencia de otros atletas que optan por anunciar su retiro lejos de los reflectores o después de un período de inactividad, Nuria se preparó con disciplina para el que sería su último ciclo olímpico, enfrentando las exigencias de una era postpandemia. Aunque en Tokio 2020 se especuló sobre su posible retiro, Diosdado demostró una vez más su fortaleza al llevar al equipo mexicano a una histórica clasificación para París 2024.
Un adiós rodeado de su gente
En un evento cargado de emociones, Nuria estuvo acompañada por su familia, amigas y compañeras de competencia, entrenadoras, patrocinadores y prensa, quienes han sido testigos de su evolución y logros a lo largo de tres décadas. Diosdado no necesitó buscar refugio en la política o en polémicas para decir adiós. Se va con la frente en alto, dejando una vara altísima para las próximas generaciones y consolidándose como un ejemplo de perseverancia, talento y amor por México.