Más de 120 personas perdieron la vida tras un terremoto que sacudió el noroeste de China, mientras la mayoría dormía en la madrugada del pasado martes 19 de diciembre. El sismo, de magnitud 6,2 en la escala de Richter, golpeó la provincia de Gansu cerca de la frontera con Qinghai. Poco después, otra sacudida de magnitud 5,5 afectó la región noroeste de Xinjiang.
En las primeras 10 horas después del terremoto, se registraron nueve réplicas, siendo la mayor de ellas de magnitud 4,1, según informó un funcionario local. Cerca de 15,000 viviendas se derrumbaron, obligando a más de 87,000 personas a abandonar sus hogares. Muchos pasaron la noche en refugios improvisados en los puntos de asentamiento de las aldeas de la zona. El desastre dejó al menos 135 personas fallecidas y más de 900 heridas.
Lamentablemente, las bajas temperaturas, que caen muy por debajo del punto de congelación, están afectando a los sobrevivientes, quienes enfrentan condiciones climáticas extremas. Mientras tanto, las operaciones de búsqueda y rescate continúan bajo los escombros. La ola de frío extremo que azota la región está complicando las labores de los miles de rescatistas desplegados en la vasta región montañosa, en la meseta tibetana y limítrofe con Mongolia, donde residen más de 27 millones de personas.