Un reciente estudio liderado por la Universidad del Sur de California y la Clínica Cleveland descubrió que las infecciones graves, como el COVID-19, aumentan el riesgo de problemas cardíacos tanto como haber sufrido un infarto de miocardio.
El riesgo cardiovascular puede persistir hasta 3 años después de la infección, especialmente si esta requirió hospitalización.
El COVID-19 puede causar inflamación, dañar vasos sanguíneos y desencadenar coágulos, incrementando la posibilidad de infartos y accidentes cerebrovasculares.
Entre las recomendaciones médicas, para disminuir el riesgo, se encuentran: Vacunarse, ya que reduce la gravedad de la infección inicial. Un chequeo médico tras el COVID-19, especialmente si hubo hospitalización; y la adopción de hábitos saludables como una dieta balanceada, ejercicio regular, evitar el tabaco y descansar adecuadamente.
El estudio también revela que pacientes que tomaban aspirina de baja dosis antes de infectarse tenían menor probabilidad de eventos cardíacos posteriores.