El pasado viernes, informé sobre un tiroteo ocurrido en un bar y un restaurante en Lewiston, Estados Unidos. En ese incidente, el perpetrador escapó de la justicia. Sin embargo, este fin de semana, la ciudad encontró algo de alivio al descubrir el cuerpo de Robert Card, el presunto autor de los dos tiroteos que cobraron la vida de 18 personas el miércoles pasado. El cuerpo fue hallado cerca del río, donde había abandonado su coche, lo que sugiere que se quitó la vida con un disparo en la cabeza.
Este descubrimiento puso fin a días de angustia para los residentes locales, quienes habían permanecido en sus hogares por seguridad mientras las autoridades llevaban a cabo una intensa búsqueda del sospechoso, utilizando recursos terrestres, marítimos y aéreos.
El presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su pesar por los “días trágicos” que el país ha vivido debido a este incidente. En un comunicado, prometió tomar medidas para abordar la epidemia de violencia armada en el país. Es crucial señalar que Estados Unidos está pagando un alto precio debido a la abundancia de armas de fuego en su territorio y la facilidad con la que los ciudadanos pueden acceder a ellas. De hecho, hay más armas de fuego que personas en el país: aproximadamente uno de cada tres adultos posee al menos un arma, y casi la mitad de los adultos vive en hogares con armas.
Esta proliferación de armas ha llevado a una alarmante tasa de mortalidad por armas de fuego en Estados Unidos.